Los exámenes finales en la UNEFA desatan una tormenta emocional que comienza con falsa seguridad y termina en noches de desvelo. Los estudiantes oscilan entre la negación inicial ("Tengo tiempo") y el pánico al descubrir la magnitud del temario, pasando por rituales absurdos y estrategias de estudio desesperadas. Las aulas se convierten en campos de batalla donde el estrés se palpa en cada mirada perdida y suspiro profundo.
El momento cumbre llega con los exámenes: manos que sudan, mentes que se bloquean y esa angustiosa sensación de haber olvidado todo lo estudiado. La espera de resultados es una tortura psicológica donde cada notificación acelera el corazón. Pero en medio del caos, surge lo mejor del espíritu estudiantil: la solidaridad que florece en los peores momentos, los apuntes compartidos y el consuelo entre compañeros.
Más allá de las calificaciones, esta odisea deja lecciones imborrables: la resiliencia descubierta al límite, la humildad ante el fracaso y esa extraña nostalgia por el esfuerzo compartido. Los finales no solo miden conocimientos, sino que forjan carácter, enseñando que tras cada crisis viene crecimiento, y que nadie está solo en este viaje académico que, al final, todos recuerdan con una mezcla de horror y cariño.
Autor: Leoneily Mendoza 3er semestre ing de sistemas
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