Primer acto:
—¡No puede ser! ¡El examen es mañana y no sé nada! —gritó Javier, enterrado bajo montañas de apuntes ilegibles y tres tazas de café vacías.
Su compañera de piso, Laura, lo miró con lástima:
—Javi, llevas diciendo lo mismo desde primero… y siempre apruebas.
—¡Pero esta vez es distinto! —protestó él—. ¡El profesor dijo que el que no estudie, muere!
Segundo acto:
La noche antes del examen fue una mezcla de desesperación, memes virales en el grupo de la carrera y la repentina decisión de Javier de "aprender todo en 5 horas con la técnica Pomodoro". Spoiler: no funcionó.
Final:
Al salir del examen, con mirada perdida y sudor frío, Javier susurró:
—Bueno, al menos el 30% del examen lo reconocía… ¿eso es un aprobado, no?
Autor: Miguel Manrique
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